El monstruillo de la perfección está preocupado constantemente por el control y el orden, de manera que le encanta tenerlo todo organizado y que todo salga sin ningún cambio de última hora. Para ello, gasta un tiempo excesivo con cualquier tarea por tenerlo todo perfecto, el trabajo siempre está por encima de su ocio, le gusta acumular cosas que ya no usa, no delega tareas aunque eso le cueste trabajar más de lo que puede y la cabezonería suele ser su mejor aliada.