¿Tendrá algo que ver con cómo percibimos el mundo y nos relacionamos con él? Muchos de los problemas que nos encontramos se deben a nuestros propios filtros de entrada al mundo, a los esquemas o guiones de los que nos valemos para contarnos qué pasa a nuestro alrededor. Uno de los más frecuentes en consulta son las gafas de mirar al mundo a través de la dependencia, donde hay un olvido de uno mismo en detrimento de vivir para el otro.
El monstruillo de la dependencia tiene la necesidad de que cuiden de él. Esto lleva a una actitud sumisa y miedosa en las relaciones. Necesita contar con las opiniones de los demás para tomar decisiones, no se responsabiliza de las tareas si no es con la ayuda de otro, le cuesta defender sus derechos o mostrarse en desacuerdo y hace cosas que no quiere por mandato del otro. Desde este centro, ayudamos en la búsqueda de la autonomía de uno mismo para potenciar la libertad que ofrece la individualidad y así soltar las cadenas de la dependencia del otro para dar cualquier paso adelante.