En la consulta es el problema que vemos con más frecuencia. La emoción depresiva cursa con tristeza, irritabilidad, sensación de vacío y dificultad para sentir placer por las cosas que antes sí lo generaban. También suele afectar a las ganas de realizar actividades, lo que se manifiesta en lentitud a la hora de emprenderlas. La atención y la memoria se ven mermadas y aparecen bloqueos y dificultad para la concentración.
Una de las causas de la depresión es el pensamiento constante y negativo acerca del mundo, del futuro y de uno mismo. Ello se traduce en pesimismo y desesperanza.
Al cuerpo le pasa factura este estado: pueden producirse insomnio, ausencia de libido, dolores difusos y cambios en los hábitos de alimentación por exceso o falta de hambre. Cuando nos encontramos en tal estado, resulta más difícil continuar con las tareas cotidianas, académicas o laborales. Además, puede que no apetezca tanto quedar con la familia, las amistades o incluso estar con la pareja. Todo esto hace que cada vez haya menos placeres diarios y de esta manera la depresión avanza en intensidad y frecuencia.